El pueblo de Boyé, el cual es muy famoso por su producción de barbaoca y pulque, se encuentra a 80 km de la capital queretana y a 10 km del Pueblo Mágico e Cadereyta de Montes.
La palabra Boyé se deriva del término otomí: ‘bo’ye, en el que el prefijo “bo” hace referencia a la abundancia de algo; y el sufijo “ye” hace alusión a la lluvia. Entonces, si lo traducimos al español el significado sería: lugar donde abunda la lluvia. Su nombre también hace referencia a la “calandria, que es una especie de ave que abunda en el semi desierto de Querétaro.
Pero lo importante y lo que más destaca de este encantador pueblo es su gastronomía, así que, si buscas hacer algo el fin de semana lánzate con tu familia y amigos para degustar del mejor pulque y barbacoa de la región. De hecho, es tanto el amor del pueblo por la barbacoa que existe un lugar que se llama la Plaza de la Barbacoa en el que cada domingo a las 8:30, todos los productores se dan cita para ofrecer este alimento tanto para propios como extraños.
Desde el 2000, Boyé celebra una tradición gastronómica, la cual se ha convertido en uno de los eventos culinarios más esperados de Querétaro. En el mes de septiembre de todos los años, se lleva a cabo la Feria de la Barbacoa y el Pulque, en el que durante cinco días diversos productores abren las puertas de sus hogares para ofrecer estos deliciosos manjares: barbacoa y pulque.
Desde las primeras horas de la madrugada las familias productoras empiezan con la preparación de la barbacoa el cual se cuece en hornos de tierra. Este proceso consiste en cavar un agujero en la tierra en el cual se colocan madera, troncos y piedras a los que se les prende fuego. Una vez que se haya extinguido el fuego y que el interior esté muy caliente, se acomodan las piedras y los recipientes con la carne a cocinar. Ya para finalizar, la barbacoa se cubre con hojas de plátano y láminas para que el calor se concentre, después se cubre con tierra.
Esta manera de cocinar carne se remonta a la tradición maya y se ha mantenido hasta nuestros días. Las familias tratan de preservar esta tradición, enseñando las técnicas a las nuevas generaciones y así poder seguir deleitando paladares.